La Santa Compaña
Desde siempre, Galicia, ha sido tierra de brujería y supersticiones, tierra de meigas, que “habelas, hainas”, de hadas (mouras), trasgos, santos míticos, peregrinos… tierra de misterio y superstición. Una de las “lendas” gallegas más populares es la de la procesión de almas en pena: La Santa Compaña.
La Santa Compaña es una comitiva de almas en pena que vaga por las zonas boscosas de Galicia. En las noches particularmente brumosas de noviembre, en que los bosques se cubren de niebla, es cuando su presencia, como una comitiva de luces titilantes, se hace patente.
La procesión está formada por almas en pena que van en dos hileras, envueltas en sudarios, con las manos frías y los pies descalzos. La cabeza de la procesión es encabezada por un vivo, que porta en una mano la cruz y en la otra un caldeiro con agua bendita, mientras que los fantasmas portan velas o antorchas.
El portador de la cruz no puede en ningún momento volver la vista atrás, ni renunciar a su cargo precediendo La Santa Compaña, y tan sólo quedará liberado cuando encuentre a otra persona que le sustituya. El nuevo desafortunado pasará a tener las responsabilidades del primero: cargar con la cruz y el caldeiro, sin remisión.
La Santa Compaña es invisible para los vivos. Tan sólo un repentino olor a cera y un ligero viento son las señales de que está pasando la legión de espectros, así como el espanto de determinados animales: perros, gatos, caballos… Sin embargo hay ciertos “dotados” que poseen la facultad de verla con los ojos: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición.
Si de noche, en el bosque, uno se encuentra de frente con la Santa Compaña, tendrá que relevar al vivo al frente de la procesión, cargando la cruz y el caldeiro noche tras noche, hasta morir de cansancio o encontrar a quien le sustituya. El vivo convertido en cabeza de comitiva de la Santa Compaña no recuerda durante el día sus funciones nocturnas, y únicamente es perceptible su carga por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento.
La misión de la Santa Compaña no está clara, pero suele ser alguna de las siguientes:
Reclama el alma de alguien que morirá pronto. Reprocha a los vivos faltas o errores cometidos. Anuncia la muerte de algún conocido del que presencia la procesión. Para cumplir una pena impuesta por alguna autoridad del mas allá. Si viajais a Galicia y os cruzáis con la Santa Compaña, debéis rápidamente trazar un círculo en el suelo con la punta del paragüas o el bastón, y entrar en él. Otra opción es tirarse al suelo boca abajo y esperar que la Compaña no pase por encima. De este modo, conseguireis evitar el tener que uniros a la procesión, pero el recuerdo del viento helado y el olor a cera no os abandonará fácilmente…
La Santa Compaña es una comitiva de almas en pena que vaga por las zonas boscosas de Galicia. En las noches particularmente brumosas de noviembre, en que los bosques se cubren de niebla, es cuando su presencia, como una comitiva de luces titilantes, se hace patente.
La procesión está formada por almas en pena que van en dos hileras, envueltas en sudarios, con las manos frías y los pies descalzos. La cabeza de la procesión es encabezada por un vivo, que porta en una mano la cruz y en la otra un caldeiro con agua bendita, mientras que los fantasmas portan velas o antorchas.
El portador de la cruz no puede en ningún momento volver la vista atrás, ni renunciar a su cargo precediendo La Santa Compaña, y tan sólo quedará liberado cuando encuentre a otra persona que le sustituya. El nuevo desafortunado pasará a tener las responsabilidades del primero: cargar con la cruz y el caldeiro, sin remisión.
La Santa Compaña es invisible para los vivos. Tan sólo un repentino olor a cera y un ligero viento son las señales de que está pasando la legión de espectros, así como el espanto de determinados animales: perros, gatos, caballos… Sin embargo hay ciertos “dotados” que poseen la facultad de verla con los ojos: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición.
Si de noche, en el bosque, uno se encuentra de frente con la Santa Compaña, tendrá que relevar al vivo al frente de la procesión, cargando la cruz y el caldeiro noche tras noche, hasta morir de cansancio o encontrar a quien le sustituya. El vivo convertido en cabeza de comitiva de la Santa Compaña no recuerda durante el día sus funciones nocturnas, y únicamente es perceptible su carga por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento.
La misión de la Santa Compaña no está clara, pero suele ser alguna de las siguientes:
Reclama el alma de alguien que morirá pronto. Reprocha a los vivos faltas o errores cometidos. Anuncia la muerte de algún conocido del que presencia la procesión. Para cumplir una pena impuesta por alguna autoridad del mas allá. Si viajais a Galicia y os cruzáis con la Santa Compaña, debéis rápidamente trazar un círculo en el suelo con la punta del paragüas o el bastón, y entrar en él. Otra opción es tirarse al suelo boca abajo y esperar que la Compaña no pase por encima. De este modo, conseguireis evitar el tener que uniros a la procesión, pero el recuerdo del viento helado y el olor a cera no os abandonará fácilmente…
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on 15 nov 2007
at 5:49
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Leyendas
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