A muchas madres les preocupa... a veces... el color pálido de sus hijos... y... lo achacan a que no comen bien... a que algo les ha sentado mal... o... incluso a que han contraído una enfermedad desconocida. En Cantabria hay otra razón para explicar estas anomalías en la salud de los niños...:-) ... La Guajona...
A pesar de su crueldad, hay que decir que sus ataques no son mortales y que esta especie de Drácula de la Montaña no mata a sus víctimas
Aunque es muy conocida,no podía dejar,de publicar la história de esta casa :
Asentado sobre antiguos yacimientos arqueológicos que se remontan a tiempos prehistóricos, el Hospital de la Sangre siempre se ha visto rodeado de leyendas sobre ruidos extraños, apariciones sobrenaturales y todo tipo de fenómenos paranormales. Espectros de soldados que murieron entre horribles sufrimientos como consecuencia de heridas de guerra, niños víctimas de epidemias o mujeres que perdieron la vida al dar a luz, han sido recordados y recogidos por la tradición popular, siendo trasmitidos de generación generación entre los habitantes de la ciudad de Sevilla. Relatos, más o menos confusos que hablan de llantos de recién nacidos en estancias vacías, ruidos de pasos en corredores por los que no transita nadie o rostros sin cuerpo en las cristaleras de sus ventanas.
Será en el siglo pasado, momento en que movimientos incipientes de Parapsicologí a empiezan a dejar testimonios escritos, cuando empieza a esbozarse un perfil de lo que allí estaba sucediendo. Se recogieron declaraciones de enfermos, visitantes y trabajadores del Centro. Eran personas perfectamente identificadas y que, en muchos de los casos, se habían negado a confesar su experiencia por miedo al ridículo público. Muchos de los vigilantes encargados de la seguridad, se negaron a hacer sus rondas en solitario.
En los últimos tiempos, prensa, radio y televisión también han informado de estos acontecimientos. "Diario 16 de Andalucía", "Andalucía 24 horas", Canal Sur TV, entre otros, se ocuparon en diferentes ocasiones de este tema. El ex presidente Plácido Fernández Viagas, actual diputado del parlamento andaluz se encuentra entre los políticos que se han atrevido a confesar haber vivido una de estas experiencias. Son muchos, sin embargo, los que han podido presenciar algunos de estos fenómenos pero han preferido que sus nombre permanezcan en el anonimato.
El espectro de Sor Ursula
Una de las apariciones que cuenta con mayor numero de testimonios parece corresponder al de una silueta de monja que ha sido asociado a una religiosa que por su carácter insistente y reiterativo era llamada "Sor Ametralladora" . Sin embargo, ya se conocen otros relatos anteriores que hablan del fantasma de una religiosa, mucho antes de que ella prestara allí sus servicios. Se trataría de Sor Ursula, una monja que según se cuenta, por carácter y sentimientos, hizo que pocos lamentaran su muerte.
Durante su vida, y según las crónicas de la época, era de temperamento difícil e intolerante. Exigía una disciplina calificada de inhumana por la insensibilidad que manifestaba ante el dolor de los pacientes que asistía. En la actualidad, dicen haberla visto atendiendo enfermos que fallecerían poco después. Los ropajes antiguos con los que se describe la aparición han dado lugar a esta identificació n.
En Andalucía son muchos los casos de lugares en los que se han detectado este tipo de fenomenología. Son edificios que en su día fueron hospitales y que, según explicación que dan los estudiosos de estos temas, han podido quedar impregnados de cargas de energía que dan lugar a estas visiones espectrales. Pueden servir de ejemplo el Hospital de Cádiz, el Hospital de Real de Granada (actualmente Rectorado de la Universidad) o el Antiguo Hospital Materno-Infantil de Córdoba (actual Facultad de Bellas Artes), entre otros.
Los vecinos más incrédulos del barrio de la Macarena, cuando les preguntan si han sido testigos de alguna de estas apariciones , suelen responder con su característico humor hispalense, que en el antiguo Hospital de la Sangre ( actual parlamento andaluz), los únicos fantasmas que entran y salen, son algunos políticos a los que ni los espectros consigue echar de su escaño.
En Cuenca existe una leyenda en la zona de la Ermita de las Angustias de la que se cuenta, que hace muchos años(no se cuantos exactamente), había un oidor de la ciudad, que era un buen hombre, recto, honesto y respetable que tenia un hijo totalmente diferente. Diego, que era su nombre, era juerguista, vivalavirgen, jugador y un Don Juan sin compasión. Ninguna mujer, ya fuera soltera, casada, separada o viuda se le resistía. Conquistaba a las mujeres para una vez conseguidas, despreciarlas y darlas de lado.
Encarnación Guardia Moreno, contaba con 36 años cuando decidió someterse a un ritual exorcista creyendo que un diablo poseía su cuerpo. Ese ritual le costaría la vida. Sucedió en el Albaicín granadino, el 1 de febrero de 1990.
Encarnación había sido invitada a una sesión de espiritismo por una tía suya que aseguraba tener dones de mediumnidad y comunicarse con una entidad que "hablaba a través de ella". Ese día, el espiritista sería un curandero conocido como Mariano Vallejo "El Pastelero". En el transcurso de la ceremonia, éste dijo que "veía" como un ser demoníaco estaba intentando apoderarse del cuerpo de Encarnación, y la mujer se fue a casa asustada.
A pesar de su escepticismo inicial, la idea la fue obsesionando poco a poco, hasta el punto de "sentir algo raro en el interior". Sus dos primas, también asiduas a las sesiones espiritistas, no tuvieron dificultad en convencerla que volviese al lugar para que el Pastelero expulsara al ser, y así librarla del demonio.
A las cuatro de la tarde del día siguiente, al ver que no regresaba a casa, una de sus hermanas acude a buscarla preocupada a casa de sus primas, pero una vez allí no la dejan entrar diciéndole que "no debía interrumpir la sesión". La mujer cuenta lo ocurrido a su padre, y ambos acuden otra vez a la casa. Al entrar, y para su sorpresa, encuentran el cuerpo de Encarnación desnudo y amoratado en el suelo en medio de un charco de sangre...
Rápidamente, el cuerpo malherido es trasladado a un hospital granadino e ingresando en Cuidados Intensivos, pero fallece al día siguiente a consecuencia de un edema cerebral, por una gran cantidad de sodio ingerida que había afectado a su sistema nervioso.
El hecho es inmediatamente denunciado a la policía, que detiene como presuntos culpables de un delito de homicidio a Mariano Vallejo, a Enriqueta e Isabel Guardia Alonso, primas de la fallecida, y a Josefa Fajardo, su sobrina, aunque investigaciones posteriores darían como resultado la implicación de más personas acusadas de complicidad, como María Alonso Vaca, la propietaria del apartamento.
Enriqueta, una de las personas que presenciaron el brutal crimen, asegura que antes de la muerte de Encarnación todos estaban aterrorizados, pues ésta repetía constantemente "presa de un ataque de histeria y gritando como una verdadera poseída que era la esposa de Lucifer, y que iba a engendrar al demonio si no la ayudaban".
Esta actitud de la víctima que según los informes médicos era producto de una depresión nerviosa, fue interpretada como una posesión demoníaca, y la mujer empezó a ser sometida a numerosas torturas, cada una más brutal que la otra, con la finalidad de impedir que naciese tal diablo. El macabro exorcismo se desarrollaría en tres etapas:
En un principio, Encarnación se vio obligada a ingerir una pócima compuesta por 250 gr. de sal diluida en agua, bicarbonato y aceite, lo que le produciría un coma profundo del que no llegaría ya a salir. Después, el mismo Pastelero le propinó una brutal paliza lesionándola por todo el cuerpo además de golpearla lanzándola varias veces contra la pared.
Y para concluir la ceremonia, acompañado por una de las familiares de la víctima procedió a la expulsión del demonio... destrozando el recto de la "poseída" con una barra de hierro y desgarrando con sus manos la vagina para extraeerle el paquete intestinal, según sus propias palabras, con el propósito de "desprender del interior de su cuerpo el engendro de Satanás".
En este singular caso lleno de hipótesis y contradicciones para justificar su causa, además del exorcismo, se ha barajado también la posibilidad de que la víctima estuviese embarazada de seis semanas y el supuesto ritual no fuese más que un aborto casero. La autopsia rechazó está explicación al determinar que la víctima no estaba embarazada.
Por otro lado, se cree que todo fue un acto de sadomasoquismo llevado a un límite demasiado extremo, entre la víctima y el Pastelero. Algunos familiares hablan de las inclinaciones masoquistas de Encarnación, y todo el pueblo conocía al hombre como una persona extremadamente violenta.
El juicio, considerado como uno de los más famosos en la crónica negra, daba comienzo el 15 de enero del año 1992 con las declaraciones de los acusados. Debido a las constantes contradicciones, el reparto de las culpas no quedó en esos momentos claramente definido. Vallejo admitió haber realizado las prácticas exorcistas a petición de los familiares de la víctima y siguiendo las indicaciones de Encarnación, que le iba indicando cada uno de los pasos que tenía que dar para conseguir la expulsión demoníaca.
También acusó a Enriqueta e Isabel de haber sido quienes convencieron a la víctima a comparecer en el ritual, además de estar presentes y haber preparado la pócima de sodio. Pero éstas negaron toda participación, acusando a su vez al Pastelero de haber forzado a la víctima a someterse al macabro ritual.
Josefa Fajardo reconoció haber sido la encargada de introducirle la mano por el ano a la víctima y pincharle la vagina con una aguja caldeada al fuego, afirmando que todos habían contribuido a la "expulsión".
Pili Abeijón
Criminóloga
A los agotes, nombre peyorativo que varía según los lugares, se les consideraba apestados, leprosos, hechiceros y herejes. Sobre ellos había todo un rosario de supersticiones extendidas para justificar el trato denigrante y discriminatorio que recibían por los prejuicios e ignorancia del pueblo. Los bozatarras o auzokoak (los del barrio) podían acudir a la iglesia, pero debían entrar por una pequeña puerta exclusiva para ellos, utilizar una pila bautismal aparte y sentarse en la parte trasera bajo el coro, porque de ellos se decía que infectaban y transmitía enfermedades. Se les castigaba quemándoles los pies con un hierro candente si pisaban la hierba descalzos porque ésta, decían, no volvía a crecer. Estos abusos se aplicaban en diferentes grados según lugares y épocas, pero todos los sufrieron, no tanto en lo físico, como en lo religioso, lo económico y lo social.