Aunque no se conociesen los misteriosos hechos que han tenido lugar en la cumbre de la montaña de la Mussara, el ambiente que rodea esa aldea abandonada ya sería sobrecogedor. A poco más de mil metros de altitud las nieblas son frecuentes, y refuerzan el aire enigmático que rodea las escasas construcciones que se tienen en pié, la mayoría semiderruidas por el paso del tiempo y el abandono en que cayó el pueblo desde que en los años cincuenta quedó completamente desabitado. Pero esa sensación de misterio y decrepitud de la zona no es más que el aspecto superficial de los enigmas que rodean la zona. El adorno que acompaña a las inexplicadas desapariciones, el avistamiento de insólitos seres, o figuras luminosas de origen incierto.En la comarca, el Baix Camp (Tarragona), y también más allá, todo el mundo sabe que en la Mussara pasan cosas muy extrañas. Hechos misteriosos que alejan de ella a muchos que no desean estar demasiado tiempo en sus cercanías, en especial al anochecer, y que en cambio atraen hacia su cumbre a los que pretenden encontrar un camino de comunicación con otra realidad, con el más allá, o tal vez con el mismísimo infierno.
Misteriosas desaparicionesEn la también abandonada Iglesia de San Isidro, lo mismo que en las otras edificaciones que todavía aguantan a duras penas, es frecuente encontrar restos de alguna ceremonia pretendidamente mágica, velas de diversos colores, restos de algún preparado con pretensiones mágicas, así como pintadas con símbolos esotéricos de lo más variado. Lo mismo ocurre en la pequeña construcción que culmina el conjunto, al lado mismo de un precipicio. Pero más allá de la simple parafernalia estética se encuentra el misterio en estado puro.Desaparecer en la Mussara no es muy difícil. Entre los habitantes de los pueblos próximos, y entre quienes se han interesado por los misterios que la rodean, se cuentan infinidad de casos inexplicables. Como el enigmático desvanecimiento en 1995 de un ingeniero alemán que trabajaba en la región y que se encontraba paseando por los caminos que rodean la zona.
Dejó nuestro mundo por espacio de tres horas. Pasado este tiempo volvió a reaparecer sin que supiese qué había sucedido. O el todavía más enigmático desvanecimiento de un vecino que acabó en los Estados Unidos sin que recordase qué es lo que le había pasado. Misteriosos sucesos, la mayoría de tan difícil comprobación como cuando alguien dice que está perdido durante horas en las neblinosas carreteras que rodean la montaña. Aunque en ocasiones sí que hay testigos y datos comprobables de los extraños fenómenos que allí ocurren.El miércoles 16 de octubre, Enrique Martínez Ortiz se disponía a pasar una agradable jornada en compañía de tres amigos recogiendo setas. Como habían hecho en anteriores ocasiones escogieron la Mussara, un lugar que conocían bien. Pero esa vez hubo una diferencia. Desapareció de forma misteriosa y nunca se le volvió a ver.“Fue como si la tierra se lo hubiese tragado”, asegura uno de sus amigos, Santiago Clarés. “Cuando nos dimos cuenta de que no estaba donde lo habíamos dejado le llamamos, pero sin respuesta. Comenzamos a buscar por la zona, pero no encontramos ninguna pista sobre lo que le había pasado, sólo hallamos su cesta, con una única seta”.
“Después de buscar por todos lados llamamos a la Guardia Civil e hicimos muchas batidas, que se prolongaron varios días. Incluso intervinieron los Zapadores de Montaña del Ejército, pero sin ningún resultado positivo”, recuerda apesadumbrado Clarés, con la angustia de no saber qué es lo que le pudo pasar a su amigo.Las continuas batidas, en las que participaron más de doscientos soldados de la cercana base de Los Castillejos, así como perros adiestrados en la búsqueda de personas, no obtuvieron ninguna recompensa. ¿Qué le ocurrió a Enrique?. Esa pregunta no ha dejado de martillear en la mente a su familia y amigos. ¿Se cayó en alguna fosa?. Cuesta pensar que ese fuese el problema, sobre todo teniendo en cuenta que conocía bien el terreno, y que las batidas realizadas no encontraron ningún indicio. ¿Desapareció voluntariamente?. Su familia niega tajantemente esa posibilidad. “Nunca, ni de pequeño, se había ausentado más de un día sin decir dónde iba”, dice su hermana Angustias. Además, dejó abandonado su coche, con su documentación, el tabaco y hasta una medicina que debía tomar varias veces al día. Por otro lado, tenía una dolencia en las piernas que le impedía andar varias horas seguidas.Los amigos de Enrique siguieron buscando por su cuenta varios meses después, intentando encontrar una pista que arrojase algo de luz. En una de esas batidas ocurrió otro de los inexplicables sucesos que de tanto en tanto ocurre en la Mussara. Fue a finales de enero de 1992 y según cuenta Jorge Roberto Boluda, “nos encontrábamos descansando en una casa abandonada, poco después de la medianoche cuando escuché el ruido de cascos de caballo que parecían proceder de la cercana y también abandonada Iglesia de San Isidro de la Mussara”.
Alertado por ese extraño sonido, caballos por la noche en ese paraje aislado, el testigo se acercó a la entrada del antiguo edificio religioso donde pudo ver algo que le dejó poco menos que de piedra.“Ante mi aparecieron unas figuras ataviadas con lo que parecían unos hábitos con capuchas, lo que les daba una apariencia similar a monjes, pero tenían un aspecto semitransparente. Al principio sólo vi dos, pero dentro de la iglesia habría cuatro o cinco más. Algunos pasaron a menos de diez metros de mí. Les hablé pero me ignoraron por completo. Pude ver perfectamente cómo se dirigían al interior donde movieron unas piedras. Al cabo de unos momentos los dejé de ver repentinamente”. Boluda asegura que nunca olvidará esa extraña observación, que en total duró unos cuatro minutos.Entidades inmateriales¿Qué fue lo que vio el testigo?. ¿Eran seres procedentes de otro plano de realidad?.
La visión de entidades aparentemente inmateriales en esa misteriosa zona no es demasiado infrecuente. Otros testigos aseguran haber observado, y hasta fotografiado, la presencia de extrañas e inexplicables figuras amorfas flotando sobre el suelo, inundando la zona con una luz misteriosa y de apariencia irreal.No deja de ser curioso que incluso las leyendas y el folclore local hayan recogido la ancestral creencia en la zona de que allí hay algo que se escapa de lo corriente, algo que puede convertirla en un portal de entrada, y también de salida, hacia otro mundo, otro plano de existencia”.